Hay verdades de ciencia: demostrables, verificables, sujetas al método científico, parciales, relativas, cambiantes, nunca absolutas, siempre discutibles y variables.
“La tierra se mueve, es redonda y no es el centro del universo, aunque me condenéis al ostracismo”. Galileo Galilei
Hay verdades de Fe: Inconmensurables, incomprensibles para el intelecto humano, dogmáticas, indiscutibles, absolutas, contenidas en las verdades reveladas y que siempre serán así, no sujetas a ningún procedimiento de control y verificación, divinas, celestiales.
Hay verdades democráticas, que dependen de decisiones colectivas, del grado de conciencia ciudadana, de coyunturas políticas especiales y especificas, de la educación y culturas imperantes en dicha sociedad, influenciada por personalidades y eventos, sujetas al control periódico de nuevas elecciones donde habrá nuevas decisiones y formación de otras mayorías, sujetas a manipulación, distorsión o degradación, por ser un producto humano perfectibles o degradables, vinculadas al acontecer y quehacer humano.
Pero, también están las verdades de los dirigentes políticos y / o religiosos, de los grandes lideres históricos, de los elegidos o que se autoproclaman de tales, de los ungidos por la historia, una clase social, la violencia, el partido, que llegaron a la verdad verdadera –según ellos-, o que interpretaron acertadamente la coyuntura histórica social y económica en que les toco desenvolverse y que alcanzaron a definir una propuesta de país en una sucesión de momentos de reflexión y análisis que concito el respaldo y aprobación de sectores importantes de la sociedad y el reconocimiento histórico.
La historia nos cuenta de ellos, de los grandes líderes que llevaron a sus pueblos a la cima de la montaña, que construyeron imperios y civilizaciones dirigiendo generaciones al éxito pero también nos dice de aquellos que por lo contrario las guiaron a grandes despeñaderos y abismos, que llevaron al fracaso histórico a su generación y a sus naciones. Igualmente nos habla de aquellos que supieron aprender de sus errores, que escucharon a los que los rodeaban, que intentaron actuar lo más objetivamente posible.
El libre albedrío, el derecho a equivocarnos, a cometer errores y la inteligencia para enmendarlos, el actuar en base a lo que creemos y pensamos, con los pies en la tierra y la mirada en el futuro, la inteligencia colectiva, la formación de equipos capaces de interpretar, analizar y resolver asertivamente los problemas planteados.
En todo caso hay tres tipos de verdades que no admiten el dato objetivo o que no es suficiente para ellas, las evidencias concretas, donde el dato real es siempre cuestionable, desdeñable o por lo menos discutible. Para algunos existen verdades que no están sujetas al control, verificación y comprobación por ningún tipo de método científico, estadístico, histórico, fiable y seguro, en tanto consideran que sólo dependen de cosas y eventos que no estamos en capacidad de comprender e interpretar los neófitos y que sólo ellos, los seres especiales, pueden analizar y viabilizar , en consecuencia no están limitados por la decisión de una mayoría circunstancial, por supuesto siempre equivocada si no coincide con la postura de él o de ellos y obviamente sujeta dicha posición sólo a la visión e interpretación del líder político carismático, poseedor de la verdad irrebatible e indiscutible.
Pero, para aquellos que no estamos sujetos a posturas e interpretaciones metafísicas, alienígenas, etéreas, personalistas, que lamentablemente sólo tenemos a manos instrumentos fácticos, mensurables, reales y concretos que partimos de nuestras experiencias y practicas concretas, de nuestra limitada inteligencia y de imperfectos equipos y tecnologías, que además admitimos la posibilidad cierta de estar equivocados en nuestros análisis e interpretaciones de los datos emanados de una realidad esquiva, confusa y compleja, nos resulta complicado seguir a dirigentes y lideres que sólo recurren a su encendido verbo, a su imaginación calenturienta, a propuestas y proyectos nunca totalmente definidos y por supuesto conocido exclusivamente por ellos. Que anulan la capacidad crítica de quienes los acompañan y que exigen sumisión, silencio y obediencia.
Y pasando a aspectos concretos, fuimos derrotados electoralmente y políticamente en estas pasadas elecciones, entre otras cosas por lo erróneo de las políticas planteadas y las estrategias seguidas, más por nuestros desaciertos que por los aciertos del contrario, aunque sin negar la calidad o correcto de las acciones emprendidas y por supuesto sin dejar de objetar la ética de los medios utilizados para logra sus fines políticos, en concordancia con la lógica de los resultados y no con las buenas intenciones, principios, deseos, valores y esperanzas que constituyen según él, la esencia de su proyecto. Insistir en los mismos errores, prácticas y políticas en consecuencia tendrá obviamente los mismos resultados, alejarnos de quienes decimos representar y colocarnos de espalda a la realidad existente.
Lo dijimos muchas veces en el pasado y volvemos a repetirlo, sin ánimos de convertirlo en un cliché, sino activamos, participamos en acciones concretas en las zonas populares, sino logramos incorporar a amplios sectores sociales populares, laborales a la pelea por un futuro y un país mejor, si no integramos horizontalmente las luchas democráticas y ampliamos progresivamente el espectro social que la compone, sino enfrentamos con éxito la demagogia y el miedo, sino somos capaces de construir una organización democrática, coherente, sólida, flexible a tono con la naturaleza de los tiempos, lloraremos como mujeres lo que como hombres no supimos defender y aplicar
El que no aprende de sus errores, lamentablemente está condenado a repetirlos. La unidad, el liderazgo, el proyecto galvanizador no se decreta, ni se impone sólo a partir del deseo y la voluntad de los que lo comparten, esto es importante, pero es necesario además esfuerzo, inteligencia, ejemplo, honestidad, sinceridad, humildad y consecuencia.
Éxito y felicidad. Ángel Cacique. Caracas 11 – 12 - 2006
“La tierra se mueve, es redonda y no es el centro del universo, aunque me condenéis al ostracismo”. Galileo Galilei
Hay verdades de Fe: Inconmensurables, incomprensibles para el intelecto humano, dogmáticas, indiscutibles, absolutas, contenidas en las verdades reveladas y que siempre serán así, no sujetas a ningún procedimiento de control y verificación, divinas, celestiales.
Hay verdades democráticas, que dependen de decisiones colectivas, del grado de conciencia ciudadana, de coyunturas políticas especiales y especificas, de la educación y culturas imperantes en dicha sociedad, influenciada por personalidades y eventos, sujetas al control periódico de nuevas elecciones donde habrá nuevas decisiones y formación de otras mayorías, sujetas a manipulación, distorsión o degradación, por ser un producto humano perfectibles o degradables, vinculadas al acontecer y quehacer humano.
Pero, también están las verdades de los dirigentes políticos y / o religiosos, de los grandes lideres históricos, de los elegidos o que se autoproclaman de tales, de los ungidos por la historia, una clase social, la violencia, el partido, que llegaron a la verdad verdadera –según ellos-, o que interpretaron acertadamente la coyuntura histórica social y económica en que les toco desenvolverse y que alcanzaron a definir una propuesta de país en una sucesión de momentos de reflexión y análisis que concito el respaldo y aprobación de sectores importantes de la sociedad y el reconocimiento histórico.
La historia nos cuenta de ellos, de los grandes líderes que llevaron a sus pueblos a la cima de la montaña, que construyeron imperios y civilizaciones dirigiendo generaciones al éxito pero también nos dice de aquellos que por lo contrario las guiaron a grandes despeñaderos y abismos, que llevaron al fracaso histórico a su generación y a sus naciones. Igualmente nos habla de aquellos que supieron aprender de sus errores, que escucharon a los que los rodeaban, que intentaron actuar lo más objetivamente posible.
El libre albedrío, el derecho a equivocarnos, a cometer errores y la inteligencia para enmendarlos, el actuar en base a lo que creemos y pensamos, con los pies en la tierra y la mirada en el futuro, la inteligencia colectiva, la formación de equipos capaces de interpretar, analizar y resolver asertivamente los problemas planteados.
En todo caso hay tres tipos de verdades que no admiten el dato objetivo o que no es suficiente para ellas, las evidencias concretas, donde el dato real es siempre cuestionable, desdeñable o por lo menos discutible. Para algunos existen verdades que no están sujetas al control, verificación y comprobación por ningún tipo de método científico, estadístico, histórico, fiable y seguro, en tanto consideran que sólo dependen de cosas y eventos que no estamos en capacidad de comprender e interpretar los neófitos y que sólo ellos, los seres especiales, pueden analizar y viabilizar , en consecuencia no están limitados por la decisión de una mayoría circunstancial, por supuesto siempre equivocada si no coincide con la postura de él o de ellos y obviamente sujeta dicha posición sólo a la visión e interpretación del líder político carismático, poseedor de la verdad irrebatible e indiscutible.
Pero, para aquellos que no estamos sujetos a posturas e interpretaciones metafísicas, alienígenas, etéreas, personalistas, que lamentablemente sólo tenemos a manos instrumentos fácticos, mensurables, reales y concretos que partimos de nuestras experiencias y practicas concretas, de nuestra limitada inteligencia y de imperfectos equipos y tecnologías, que además admitimos la posibilidad cierta de estar equivocados en nuestros análisis e interpretaciones de los datos emanados de una realidad esquiva, confusa y compleja, nos resulta complicado seguir a dirigentes y lideres que sólo recurren a su encendido verbo, a su imaginación calenturienta, a propuestas y proyectos nunca totalmente definidos y por supuesto conocido exclusivamente por ellos. Que anulan la capacidad crítica de quienes los acompañan y que exigen sumisión, silencio y obediencia.
Y pasando a aspectos concretos, fuimos derrotados electoralmente y políticamente en estas pasadas elecciones, entre otras cosas por lo erróneo de las políticas planteadas y las estrategias seguidas, más por nuestros desaciertos que por los aciertos del contrario, aunque sin negar la calidad o correcto de las acciones emprendidas y por supuesto sin dejar de objetar la ética de los medios utilizados para logra sus fines políticos, en concordancia con la lógica de los resultados y no con las buenas intenciones, principios, deseos, valores y esperanzas que constituyen según él, la esencia de su proyecto. Insistir en los mismos errores, prácticas y políticas en consecuencia tendrá obviamente los mismos resultados, alejarnos de quienes decimos representar y colocarnos de espalda a la realidad existente.
Lo dijimos muchas veces en el pasado y volvemos a repetirlo, sin ánimos de convertirlo en un cliché, sino activamos, participamos en acciones concretas en las zonas populares, sino logramos incorporar a amplios sectores sociales populares, laborales a la pelea por un futuro y un país mejor, si no integramos horizontalmente las luchas democráticas y ampliamos progresivamente el espectro social que la compone, sino enfrentamos con éxito la demagogia y el miedo, sino somos capaces de construir una organización democrática, coherente, sólida, flexible a tono con la naturaleza de los tiempos, lloraremos como mujeres lo que como hombres no supimos defender y aplicar
El que no aprende de sus errores, lamentablemente está condenado a repetirlos. La unidad, el liderazgo, el proyecto galvanizador no se decreta, ni se impone sólo a partir del deseo y la voluntad de los que lo comparten, esto es importante, pero es necesario además esfuerzo, inteligencia, ejemplo, honestidad, sinceridad, humildad y consecuencia.
Éxito y felicidad. Ángel Cacique. Caracas 11 – 12 - 2006
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