Esta parroquia ha dado todo... La gente dice que el Magallanes dizque es de Valencia, pero en realidad es el equipo de Catia, afirma José Vera, cronista del sector y dueño del puesto Batidos La Voladora en el Mercado de Catia, en referencia a los orígenes del equipo beisbolero más popular y añejo del país.
Conocida como la parroquia Sucre, esta populosa zona de alrededor de dos millones de habitantes se caracteriza por su multiculturalidad, una fuerte actividad comercial e industrial, su ubicación estratégica como puerta de entrada a Caracas desde el Litoral, el caos urbano del tráfico y la buhonería y la identidad de sus residentes, que aunque se muden siempre dirán con orgullo yo soy catiense, tal y como lo cuenta Adriana Meneses, directora del Museo Jacobo Borges, que aunque no nació por los predios de la ya extinta Laguna, comparte a diario las vivencias de la comunidad a través de su trabajo en esta institución cultural, pionera en la integración de lo social con lo artístico.
Catia: Galería de creadores y personajes
Catia es una de las zonas del país que tiene uno de los movimientos culturales más importantes. Ha sido muy prolífica en lo cultural y lo deportivo. Cuando nace como la Nueva Caracas a finales de 1940, esta parroquia comienza a convertirse en todo este universo donde residen personajes que han aportado muchísimo a la cultura venezolana y mundial, afirma Meneses, quien a manera de inventario cita al artista plástico Jacobo Borges, al escritor José Ignacio Cabrujas, la agrupación Sonero Clásico del Caribe y al fotógrafo Pedro Duim como contribuyentes de las bellas artes vinculados al sector.
A estos nombres bien puede sumarse el del escultor Francisco Narváez, quien ejercía su labor creadora desde el corazón del Barrio Obrero, o el de Román Chalbaud, cuya famosa obra El pez que fuma, tuvo su inspiración en un conocido y según la leyenda autodenominado burdel catiense.
Fuera del ámbito artístico, surgen otros nombres, pues Catia también tiene sus próceres, inmortalizados en los nombres de barriadas y calles: Ventura Maury, Ruperto Lugo, Jaime Oliver, el General Flores y, por supuesto Antonio José de Sucre, Juan Antonio Pérez Bonalde y Simón Bolívar, quienes tienen sus respectivas plazas en la parroquia.
Territorio del caciques y generales
La historia de este amplio sector se remonta a la época de la fundación de Caracas, cuando el cacique Catia comandaba lo que entonces se conocía como Maracapana, escenario de la batalla decisiva por la conquista del valle que hoy constituye la capital del país.
Por ser el puente que comunica a la ciudad con el mar, esta zona fue clave en el desarrollo de Caracas y del resto de Venezuela, desde el punto de vista comercial.
Carlos Palacios, coordinador de la muestra Catia, Eje Expositivo, que prepara el Museo Jacobo Borges, cuenta que una de las piezas de esta exposición son extractos del diario de Robert Ker Porter, quien fue cónsul inglés en la época de la colonia y atribuía sus dolores de cabeza a los vientos que venían de Catia. El hecho de que Ker Porter hiciera alusión a Catia en sus diarios forma parte de ese imaginario alrededor de la zona que te da una dimensión su importancia en el desarrollo de la historia tanto de la ciudad como del país.
La mayor parte de los terrenos de la zona pertenecieron al General Flores cuenta Vera-, uno de los que peleó junto a Bolívar. Cuando terminó la guerra, al general Flores lo recompensaron con esta hacienda.
Así surgió la sucesión Flores Pacheco, que alguna vez fue dueña de lo que ahora se conoce como Los Flores, Agua Salud, Lídice, Manicomio, Los Frailes, Ruperto Lugo, Altavista y Cútira.
Parroquia mestiza y multicultural
Catia fue designada como Parroquia Sucre en 1936 y tras la II Guerra Mundial se convirtió en receptáculo de inmigrantes europeos que venían a Venezuela a trabajar en el negocio de la construcción y en las fábricas de la zona, relata Vera.
Catia es, como su población, multicultural. Aquí tenemos una comunidad árabe importantísima, así como italiana, portuguesa, española, colombiana, ecuatoriana, peruana... una mezcla que se traduce en multiculturalidad, explica Meneses, para quien este fenómeno mestizo, todo un melting pop, ha contribuido a enriquecer el movimiento cultural.
De igual manera, Vera cuenta que hasta hay una calle llamada Ucrania, en los Magallanes, porque allí se asentaron unos ucranianos... La mezcla ha aportado un nuevo nivel de pensamiento...
Como producto de esta fusión cultural en las calles de Catia han surgido creadores y creaciones interesantes. Si vas a cualquiera de sus zonas, bien sea Lomas de Urdaneta, Isaías Medina, Los Flores te consigues con un increíble inventario de grupos musicales, de teatro, gente haciendo actividad cultural, comenta Meneses, que ha identificado en esta comunidad expresiones culturales disímiles entre sí, que luego han pasado a formar parte de las colecciones del museo que dirige, entre las cuáles cabe citar El Caballo de Troya, dedicada a mostrar nada más y nada menos que la cultura carcelaria del Retén de Catia el otrora karma de la zona-; Navegantes del Magallanes, 84 años de historias; Revelados y Hechos y Fábulas de Pedro Duim, el fotógrafo y boxeador catiense que recogió el testimonio de una Caracas más humana; y la reciente y exitosa Y Llegó la Salsa, un tributo al género musical que mueve a este enclave del Oeste.
Y es que para Meneses, la cultura va mucho más allá de las bellas artes, que también tienen su espacio en el Museo Jacobo Borges con exposiciones y talleres.
Nosotros consideramos que la cultura es todo lo que hace el hombre, y que debe ser un elemento de transformación social y mejora de la vida de la gente. Por eso incluimos temas que
le tocan de cerca de la comunidad. Por ejemplo, Caballo de Troya no era una exposición de cultura popular. Se trajeron artistas contemporáneos a trabajar tanto con los presos en el retén como con la temática carcelaria. Hasta hicimos un taller de video donde los mismos presos manejaron sus cámaras...
Un museo para Catia, inspiración de pintores
Aunque diez años después de su inauguración, el Museo Jacobo Borges es junto al Parque del Oeste y las casas de cultura un punto de encuentro entre arte, deporte y comunidad, durante su construcción hubo escépticos que no apostaban al éxito de esta institución.
Había mucha gente que tenía la idea de que los museos no son para ellos, que son para otro tipo de público. Y actualmente si vienes un día cualquiera te encontrarás con gente que no ves en otros museos. Porque sienten todavía que este espacio en otra parte no es para ellos, pero hoy en día sienten que esto es suyo, describe Meneses.
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